Las relaciones de pareja son complejas, y cada vez veo más en consulta a personas que sienten malestar relacionado con este tema. La primera idea que me gustaría transmitiros es que con el amor no basta; las relaciones se basan en muchas más cosas, querer a tu pareja no es suficiente si no se dan muchos otros factores. Las relaciones se construyen, se cuidan. Estar en pareja es un proceso de adaptación constante, de cariño, de respeto, de compromiso, de comunicación y confianza hacia la otra persona, de cuidarse y de cuidar al otro y también de valorar y respetar nuestra autonomía y espacios individuales.
El tema de las relaciones es complejo, y son muchos los factores que influyen a la hora de establecer y mantenerse en una relación de pareja. Una de las más importantes es el apego afectivo, entendido como la dependencia psicológica de la pareja. En ocasiones nos apegamos a lo que estar en pareja nos aporta, sin tener en cuenta quién es nuestra pareja, sino sólo lo que nos proporciona.
También es muy importante cuestionarse ¿desde dónde te vinculas? Es decir, en qué momento estabas tú en tu vida cuando os encontrasteis. Muchas veces nos vinculamos desde la necesidad, desde el malestar, y esperando que nuestra pareja nos ayude a cubrir la necesidad que sentimos en ese momento (de afecto, de seguridad, estabilidad, de sentirnos queridos/as, de no sentirnos solos/as, etc.)
Todos estos temas darían para varios artículos y reflexiones, que espero compartir con vosotros/as más adelante. Pero hoy quería aprovechar este espacio para hablar sobre las relaciones tóxicas y me gustaría enumerar algunas señales que pueden ser indicio de que te encuentras en una relación tóxica:
– Tu pareja mira tu móvil y tus redes sociales, no respeta tu privacidad.
– Le molesta que pases tiempo con amigos/as y familiares y/o le molesta que tengas tus propios planes.
– Te culpabiliza de todos los problemas que tenéis en la relación o en vuestro día a día
– Pregunta constantemente por tus horarios, dónde estás y con quién. Muestra señales de control y desconfianza.
– Te menosprecia, no valora o no respeta tu opinión y se muestra superior a ti en algunos aspectos (económico, intelectual, resolutivo, etc.), lo que provoca que te sientas inferior a él o ella y a la vez dependiente.
– Cuando estás en un entorno de familia o amigos/as omites información sobre tu pareja o vuestra relación porque sabes que sería cuestionada por tus seres queridos.
– Cuando te hace un favor, exige que se lo compenses inmediatamente o te lo recuerda constantemente ocasionándote malestar y haciendo que te sientas “en deuda”.
– Hace lo posible por restarle importancia a tus logros y a tus virtudes.
– Le quita importancia a lo que le cuentas o a los problemas que le expresas quitándoles importancia y provocando que no te sientas escuchado/a ni apoyado/a.
– Cuando discutís siempre tienes que acabar cediendo tú.
– Siempre está recordándote los fallos o errores que cometiste en el pasado.
– Te habla con malos modos, gritos, faltas de respeto, exigencias, acusaciones o reproches.
– Critica tu forma de vestir, tu cuerpo o tus comportamientos.
– Te compara constantemente con otras parejas que tuvo anteriormente.
– A nivel sexual sientes que muchas veces cedes a mantener relaciones o a realizar prácticas que no te gustan o no te apetecen sólo por evitar que tu pareja se enfade.
– Toma decisiones por tí o como pareja, sin tener en cuenta tu opinión.
Si algunas de las situaciones que he comentado te resultan familiares, cuestiónate si estás en una relación tóxica. En ocasiones estos comportamientos o actitudes son puntuales y pueden ser reconducibles trabajando en mejorar la confianza y la comunicación de la pareja. Otras veces, son muy habituales, y no vemos la posibilidad de que la relación mejore. ¿Sentirte así te hace feliz? ¿a qué precio? ¿cuánto tiempo puedes aguantar en esta situación si nada cambia?
A veces cuestionarnos la relación o plantearnos una ruptura, nos provoca mucho malestar y sufrimiento; pero probablemente si te encuentras en una relación tóxica y te paras a escucharte, descubrirás que en ocasiones sientes malestar (por no sentirte querido/a, por sentirte cuestionado/a, menospreciado/a, por sentirte rechazado/a, controlado/a, dependiente…). No lo dejes pasar; escúchate, cuídate y respétate a tí mismo/a. Y si necesitas ayuda, consulta a un/a profesional. Lo primero, eres tú.