El trabajo ocupa gran parte de nuestras vidas, 8 horas de nuestro día, ¡a veces incluso más! Sentirse a gusto en este ámbito es fundamental para poder lograr que nuestro día a día sea agradable y que no acabe afectando a nuestra vida personal y a nuestro estado de ánimo.
Muchas veces el alto volumen de trabajo, algunos/compañeros/as, jefes, clientes, el ambiente laboral… y nuestra forma de vivirlo y gestionarlo, pueden llegar a producirnos estrés.
¿Cómo saber si tengo estrés?
– Te alteras fácilmente, te frustras, estás muy susceptible y de mal humor.
– Sientes que estás sobrepasado/a y que estás perdiendo el control.
– Puedes tener sintomatología física; como ansiedad, dolor de cabeza, fatiga, tensión muscular, etc.
– Tienes dificultad para relajarte y desconectar del entorno laboral.
– Te sientes mal contigo mismo/a (baja autoestima), sin valor y deprimido/a.
Todos estos indicativos pueden hacernos pensar que nos encontramos ante una situación que nos produce estrés. ¿Qué podemos hacer para gestionarlo mejor y aliviar nuestro malestar? Os dejo algunas sugerencias.
Estrategias para controlar el estrés
1. Evita el estrés innecesario:
– Pregúntate, ¿qué responsabilidades son tuyas? Atiende tus propias responsabilidades, pero piensa si estás asumiendo tareas que no son tuyas. Si es así, delega, aprende a decir “no” y libérate de las cargas que no son tuyas. Conoce tus límites y no los traspases, ya que esto puede pasarte factura.
– Evita, en la medida de lo posible, a las personas o los temas que te causan estrés: si a menudo sueles tener enfrentamientos a raíz de un mismo tema o hay personas con las que te resulta más difícil trabajar, piensa: ¿puedo evitar estas situaciones de alguna manera y seguir cumpliendo con mi trabajo? Es posible que en algunas ocasiones no puedas, en ese caso intenta buscar una nueva forma de comunicarte o afrontar el problema que pueda darte soluciones diferentes.
– Toma el control de tu entorno y tus tareas: Si sabes que ir conduciendo al trabajo te pone nervioso porque hay muchos atascos, ¿puedes ir de otra manera para llegar más relajado? Revisa el entorno que engloba tu trabajo y detecta qué cosas contribuyen a tu estrés y si podrías cambiarlas o evitarlas. Revisar tu horario y tus tareas diarias puede ayudarte. Administra bien tu tiempo y organiza tus tareas para que puedas afrontar el día con más calma.
No todo el estrés puede ser evitado y tampoco es saludable evitar una situación que necesita ser tratada; pero tampoco es necesario que nos carguemos con más estrés del que “nos corresponda”.
2. Adáptate al estrés y cambia tu visión
– Reformula los problemas: Cuando un problema se nos atasca y no vemos la salida, es importante intentar verlo desde varios prismas y formular soluciones alternativas, consulta con tus compañeros/as de trabajo o amigos/as quizás puedan darte diferentes visiones de una misma situación y te aporten nuevas ideas.
– Rebaja el perfeccionismo: Si te consideras una persona muy perfeccionista y esto te está causando un nivel tan elevado de exigencia que acaba generando estrés; piensa ¿cómo puedo rebajar ligeramente mi exigencia sin que me provoque malestar? Márcate estándares razonables y prueba a llevarlos a cabo, valora cómo te sientes.
– Toma perspectiva de la situación estresante: Pregúntate lo importante que será esa situación a largo plazo. ¿Importará dentro de un mes? ¿Un año? ¿Vale la pena enfadarse o frustrarse de nuevo? Si la respuesta es no, enfoca tu tiempo y energía en otros lugares.
– Acepta lo que no se puede cambiar: Algunas fuentes de estrés son inevitables. Hay muchas cosas que no están bajo nuestro control; como los comportamientos de otras personas, las condiciones laborales, etc. En estos casos, sólo nos queda aceptar que las cosas son así. La aceptación es un proceso difícil, pero cuando lo logramos nos proporciona tranquilidad.
– Expresa tus sentimientos: Comparte tus preocupaciones, si hay algo o alguien que te molesta en su manera de trabajar intenta comunicárselo de una manera asertiva, ya que sino a la larga acabará generando un mayor resentimiento. Es bueno también expresarlo fuera del trabajo con personas de confianza o si la situación es muy desbordante consultar con un/a psicólogo/a.
– Para 5 minutos y no te olvides de mirar en positivo: Cuando te encuentres en momentos de elevado estrés, para; tómate 5 minutos, respira, relájate y luego continúa. No te olvides de pensar en las cosas positivas ya sea en tus cualidades, en las cosas que aprecias en tu vida… Intentar pensar en positivo nos puede ayudar a mantener las cosas en perspectiva.
3. Cuídate, relájate, disfruta y recuerda que hay otras cosas importantes en tu vida además del trabajo.
– ¡Cuídate!: Duerme las horas necesarias, un buen descanso es fundamental. Cuida las horas de tus comidas, come una buena dieta, reduce la cafeína, y no te olvides de practicar ejercicio. El ejercicio físico es muy liberador y te ayudará a descargar y sentirte mejor.
– Dedica tiempo de calidad a las personas importantes en tu vida: Recuerda que hay vida más allá del trabajo y también debemos cuidarla, dedicarle tiempo y disfrutarla. Plantéate qué cosas te hacen feliz, qué personas son importantes para tí y si les estás dedicando el tiempo que te gustaría. Amigos/as, familia, pareja… debemos cuidar nuestras relaciones y disfrutar de ellas. Un buen círculo de apoyo te ayudará a gestionar mejor el estrés.
– Haz algo que disfrutes todos los días: Aunque sea un pequeño detalle: volver del trabajo dando un paseo, comerte algo que te gusta, ver un capítulo de una serie, leer un libro, tomarte un café o un té, darte un baño relajante, escuchar música que te guste… Cuidarnos a nosotros/as mismos/as es una necesidad, no un lujo, ¡recuérdalo!